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Estados Unidos ha sido y
sigue siendo uno de los mayores países receptores de inmigrantes.
Por ello, en la última década se han visto obligados a tomar
medidas para reducir, fundamentalmente, la inmigración ilegal, que
nada favorece a su economía. Sus políticas de seguridad -sobre todo
en los puntos estratégicos, como en las fronteras, aeropuertos,
estaciones de autobuses, etc.- pueden considerarse excesivamente
duras. De hecho, desde el atentado del 11-S, los aeropuertos se han
convertido en una caza de brujas, en donde se retiene a cualquier
persona que pueda parecer un psicópata o un contrabandista.
La nueva propuesta de
política pública inmigratoria, tiene tres objetivos fundamentales,
al menos desde un punto de vista socialdemócrata americano: en
primer lugar, intentar bajar el número de inmigrantes, tanto legales
como ilegales para así no aumentar el número de población,
fundamentalmente de clase baja en el país; en segundo lugar,
pretenden generar miedo e inseguridad a aquellas personas que ansían
tener la ciudadanía estadounidense; y en tercer lugar, quieren
distraer al pueblo americano de la actual crisis económica
-verdadero problema al que se debería prestar atención-, para
aumentar, de alguna forma, el sentimiento nacional y patriótico
estadounidense.
Como dice el articulo,
parece absurdo que pongan tanta atención en la inmigración, la
cual, según los datos, se ha estabilizado, y no se ponga énfasis a
los verdaderos problemas de Estados Unidos, como la precaria sanidad
o los conflictos interurbanos.
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